jueves, 19 de febrero de 2015

CONTINUAMOS CON LA PIEDRA...

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(Hace un año publiqué este artículo, y antes de continuar refiriéndome al tema, he querido volver a darlo a conocer. Esta vez editado y ampliado.)
Como he repetido desde que empecé mi lucha por el rescate de nuestro patrimonio histórico arquitectónico, la ciudad de Santo Domingo fue objeto, desde su fundación en el año 1502, de un furor de construcción de edificaciones para usos diversos. Siendo estas erigidas, como tenía que ser, a imagen y semejanza de las que dejaban atrás en las ciudades españolas desde donde procedían sus constructores. Como es sabido, la mayoría de los primeros procedían de la región de Extremadura, de donde era oriundo su fundador y constructor inicial, el Comendador de la de la Orden de Alcántara, Frey Nicolás de Ovando.
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Palacio de los Ovando, Cáceres, Extremadura    Torre del Homenaje, Santo Domingo
Al igual que las de dicha región, la mayoría de las de Santo Domingo fueron construidas de piedra, que además de ser un material noble, duradero, y agradable a la vista, era el de mayor seguridad estructural con que se construía en todas las épocas. A los que decidieron edificar sus casas particulares, al igual que a los que hicieron lo mismo cuando se trató de erigir templos religiosos, palacios gubernamentales o privados, y simples casas residenciales, les resultó muy conveniente utilizar el material pétreo, que encontraron en una cantera ubicada en el sector de Santa Bárbara. Es decir, en el mismo entorno de la recién fundada ciudad.
 
ALCAZAR (2)
                                                           ALCAZAR DE COLÓN
 
CASAS REALES
 
                                                                   Casas Reales
 
Similares a las edificaciones españolas, las nuestras en su mayoría perduraron, no obstante haber sufrido más de cuatro siglos de abandono, y toda clase de vicisitudes, provocadas por las inclemencias del tiempo, y las pugnas intestinas de quienes habitaron La Española desde el mismo inicio de las ciudades que fueron fundadas en la colonia, hasta que llegó el período de su emancipación. Durante el cual los dominicanos nunca llegaron a comprender lo que habían heredado, y como conservarlo sin necesidad de tener que transformarlo, como lo hicieron. De ahí, entre muchas de las barbaridades cometidas, decidieron recubrir las paredes exteriores con enlucidos o pañetes, compuestos de arena, cal, tierra y agua. Y, por supuesto, encalarlos, agregando, en algunos casos, diferentes tintes. Es de esa época, y no del período colonial, que es posible encontrar vestigios de pinturas de diversos colores en las paredes exteriores de muchas edificaciones, todavía existentes.
 
HOSTAL N. DE O. (5)
 
Entradas de las Casa de Nicolás de Ovando,
 
Ha transcurrido el tiempo, y con este la imposibilidad de consensuar el tema de la piedra, del color, y de la forma de cómo intervenir los monumentos de la manera más correcta. Traté de que se impusiera el criterio de devolverle su fisonomía perdida a todas las que lo permitieran, y volver a recubrir las de materiales deleznables. Criterio que fue implementado en la restauración de varias de las principales edificaciones del XVI, entre las que se encuentran las casas de Nicolás de Ovando, hoy, unas convertidas en hostal, y otras, en albergar diferentes actividades, como es el caso de la Embajada, y la sección cultural, de Francia.
 
Pero no todo fue posible. El bando contrario a esa teoría, que no es mía, universalmente aplicada, pusieron en práctica aplicar un nuevo pañete a todas, esta vez utilizando cemento gris, después de haber desprendido, con suma facilidad, el que conservaba.
 
Ejemplo de ello son, entre otros, la frustrada Casa de la Unesco, en la calle Luperón, y la conocida como Casa Weber, en la calle Arzobispo Meriño. A la primera le favoreció el que llegáramos a tiempo para que volviéramos a descubrirla, restaurarla, y dejarla como fue construida. La otra, fue despojada del pañete antiguo, en el cuatreño 2000-2004, y vuelta a empañetar en un cincuenta por ciento, aproximadamente. Lamentablemente, la volvieron a empañetar, y pintar de blanco, hace tan solo unos meses.
CASA DE LA UNESCO (2)
 
 
CASA DE LA UNESCO (3)
 
 
La mal llamada Casa de la Unesco, antes y después de intervenida
CASA WEBER
 
 
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Antigua Casa Weber antes y después de ser empañetada totalmente.
 
Hoy, años después de cometida la barbaridad de hacer lo que le hicieron a la Iglesia de los Dominicos, cuyas fachadas principal, posterior, y lateral norte, fueron desfiguradas en todos los sentidos, primero, recubriendo casi totalmente su exterior, y segundo, maquillándola con un color, que solo lo entienden los que cometieron la barbaridad de hacerlo. Ver link más abajo.
https://manueldelmonte.wordpress.com/2014/10/19/algo-mas-sobre-la-iglesia-del-ex-convento-dominico/
Con este atrevimiento no quiero decir que descubrí la pólvora, ni el helado en palito. Ni que una espacie de magia me permitiera adivinar lo que aseguro. Por el contrario, obedece al más común de los sentidos. Es decir, exponer gráficamente, lo que he tratado de relatar textualmente con la mayor claridad posible. Además, interpretar lo que la historia nos cuenta, no solo al referirse a los estilos arquitectónicos, sino a los daños sufridos por la mayoría de nuestros monumentos, causados, entre otros, por los terremotos que los afectaron. Cuyas lesiones, lejos de haber sido resueltas favorablemente, fueron dejados que corrieran su suerte fatal, cuando no demolidos miserablemente, con el propósito de utilizar parte del terreno para construir nuevas edificaciones. Como sucedió con el histórico Hospital de San Nicolás y la Iglesia de Nuestra Señora de La Altagracia. Aquí dos notables ejemplos.
RUINAS (35)
 
 
RUINAS (24)
 

 Hospital de San Nicolás a principios del siglo XX    Ruinas de San Nicolás actualmente
Nótece la desaparición por demolición de todo el cuerpo

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