martes, 30 de diciembre de 2014

EJEMPLAR RESTAURACIÓN DE UNA CASA COLONIAL (SEGUNDA PARTE)

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De ahí, que al penetrar a la ruinosa edificación, y recorrer con ojos acuciosos los ambientes de la segunda planta (a la primera no me fue posible acceder), no alcancé a ver nada que me deslumbrara, hasta notar unas cuarteaduras en la pared que colinda con el patio central, en la que pude advertir la existencia de unos arcos similares a los encontrados en las casas del siglo XVI que han sido restauradas en la Ciudad Ovandina* en la que se encuentra la que describo.
 
*En 1502 se decretó la «Organización urbana ovandina», planteada después de fundada en esa fecha la ciudad de Santo Domingo por Frey Nicolás de Ovando, siendo éste el primer gobernador de La Española, y de las Indias occidentales.
Sacando la doble arcada de ambos pisos, y al hecho de que la piedra fuera el principal componente de su construcción por todas partes, inclusive en la cornisa del muro trasero, la casa, que he datado en los albores del siglo XVI tuvo, hasta no sabría decir cuando, un torreón de sección circular, del que solo encontramos la base, y un relleno compuesto de ladrillos en el patio, procedentes de la citada estructura, que contenía una escalera de caracol que accedía al techo, similar al que se conserva en la casa de la calle Arz. Meriño a esquina Restauración, que espero haya sido respetado durante una reciente intervención.
 
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Todos los vanos de puertas y ventanas que aparecieron habían sido construidos de sillería, al igual que los poyos que aparecieran en una de las ventanas de la segunda planta, y casi todas las paredes interiores.
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En la primera imagen puede verse que en la pared del fondo de la habitación no aparece ningún vano. En las otras tenemos el vano que apareció, y restauramos. A su lado, uno de los vanos de la fachada, que fueron abiertos donde lo que originalmente existió fue una ventana.
 
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Como ya lo he dicho en anteriores ocasiones, el concepto de restauración que he favorecido ha sido la de restituirle, dentro de lo permisible, su autenticidad a las edificaciones que sean intervenidas, y eso es, precisamente, lo que hice esta vez, y todas las veces que tuve la oportunidad de participar en el programa, al que le ofrendé los mejores años de mi vida.
 
Se, que la oposición que se me ha hecho consiste en que la piedra que yo entiendo debe permanecer donde fue colocada por sus constructores, originalmente, o que vuelva a estar presente, sacándola del camuflaje que le pusieron los ignorantes, de tal manera que las edificaciones que las tienen vuelvan a ser rescatadas en todos los sentidos. ¿No son así las edificaciones que se conservan por siglos en Europa, y a nadie se le ocurriría decir, como lo han hecho algunos de nuestros expertos restauradores, que la piedra es deleznable, y podría desgastarse con el tiempo, o que solo sirvió como estructura, no como un agente propio de las construcciones de tiempos lejanos.
 
Como después de haber pasado tanto tiempo de estar envuelto en algo tan complicado, en un medio todavía más complejo, no se ha decidido nada al respecto, y como el programa que naciera en cuna de oro ha ido a parar a una bacinilla de ojalata, y no le veo salvación alguna, que no sea continuar con un sálvese quien pueda, he determinado continuar lanzando tiros al aire, hasta que Dios quiera.
El modelo ovandino, iniciado por Nicolás de Ovando en Santo Domingo, fue empleado, posteriormente, por los sucesivos fundadores de La Habana, San Juan, Cartagena de Indias, y todas las demás ciudades fundadas por los colonizadores en el Nuevo Mundo.

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