sábado, 18 de octubre de 2014

ANÉCDOTAS DE UNA VIDA PRODUCTIVA (24) NO PODIA FALTAR LA POLÍTICA (5)

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A los pocos días de encontrarme al frente de la DNPM recibí un oficio procedente del Secretario de Cultura en el que me reprochaba que me estuviera comunicando directamente con el Presidente. Ya que como subalterno de la Secretaría que él comandaba yo tenía que dirigir mis comunicaciones a la presidencia al través de él. Con este primer altercado se demostró que el paso de trasladar la dependencia de Patrimonio de la Presidencia a Cultura fue un grave error. Esa tramitación burocrática entorpecería mis gestiones, acostumbrado como estaba que ningún carajo se interpusiera en mi camino. Lo que resultó fatal para la institución, que empezaba a decaer, hasta llegar a donde ha llegado.
 
Después de haber sufrido los cambios producidos por presidentes, no estadistas, que lo único que han hecho ha sido acomodar las cosas a sus intereses, el traspaso de la Oficina de Patrimonio Cultural (OPC) de la Presidencia de la República a la Secretaría de Cultura, primero, luego Ministerio de Cultura, los resultados, desde el principio, han sido catastróficos. En un país como el nuestro, en el que la envidia, las zancadillas, serruchaderos de palo, y no sé cuantas cosas más, proliferan, interrumpiendo, cuando no obstaculizando a quienes dedican su tiempo a producir hechos concretos, disponer que un organismo, o un funcionario cualquiera, pase a depender de otro organismo, o funcionario cualquiera, conociéndose las arbitrariedades propias de los dominicanos, no deja de ser un grave error.
 
Lo demostró el presidente Balaguer, estadista de por sí, conocedor la las trapacerías de sus gobernados, cuando al crear la OPC, en el año 1967, llevándose de consejeros internacionales, la puso a depender de la Dirección General de Turismo. No tardó un año en darse cuenta que esa medida no procedía, y la traspasó a la Presidencia de la República, permaneciendo así, hasta que los genios del populismo corrupto determinaron traspasarla al llamado Consejo Presidencial de Cultura, presidido por un canta autor, más adelante convertido en Secretaría de Estado de Cultura, para terminar como Ministerio.
 
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De ahí, que se necesitaría disponer de ángeles del Cielo para que los organismos dependientes de otros organismos puedan realizar las tareas que le han sido encomendadas, sin tropiezo alguno. O con el menor de los inconvenientes posibles. El gobierno que se inició en 2004 se inició nombrando como Secretario de Cultura a un empleado de la Fundación Global de Desarrollo (FUNGLODE), quien se convirtió en el responsable de los males que empezaron a aquejarle a la autoridad responsable, legalmente, de dirigir los destinos del patrimonio cultural de la República.
Más adelante el gobierno actual (2012-2016) repitió los mismos errores, nombrando a otro canta autor en el ministerio, sin entender nada de lo concerniente al patrimonio cultural. No siendo su culpa, sino del jefazo que los puso donde no cabían.
 
Volviendo atrás, y actuando con mi propia responsabilidad, en el transcurso del mes de marzo de 2005 organicé una excursión a las ruinas del Ingenio de Engombe, con el propósito de dar continuidad a nuestro propósito de dar a conocer nuestro patrimonio histórico donde quiera que existiera. A la misma asistieron los Embajadores de EEUU, España y Alemania, al igual que el Nuncio Apostólico, amigos personales, y parte del personal de la DNPM.

Otro de los tropezones que tuve fue con la Subsecretaria de Cultura para Patrimonio Cultural, a quien después de un lamentable intercambio de palabras en su despacho, me retiré, para no volver a tratar temas de los que no entendía. Otro, que fue, precisamente, el último de las desavenencias con el Secretario de Cultura sucedió cuando me vi precisado a viajar a los Estados Unidos en procura de resolver un asunto relacionado con mi salud. Después de obtener los permisos de viaje correspondientes me fui directo a casa de una de mis hijas en New York. No hice más que llegar recibí una llamada telefónica de mi asistente, la señora Luicelle Everts de Imbert, quien entre sollozos me dijo, que el nuevo Subsecretario de Cultura (la anterior se había ido del país para acompañar a su marido, que iba a España como Embajador) se había apersonado a las oficinas de Patrimonio, enviado por su jefe, a solicitar las llaves de mi despacho, del escritorio, y del carro que tenía a mis servicios.

Para hacer la historia más corta diré, que el sujeto al que me refiero es hijo de un primo hermano mío, quien frustrado por la pésima gestión que había cumplido, como muchacho de mandado, se sintió avergonzado, y renunció. A pocos días de ese último altercado, provocado por los desaciertos de uno de los funcionarios más queridos por el Presidente, fui hospitalizado para ser intervenido de cáncer. Intervención que resultó tan exitosa como lo ha sido el post operatorio, hasta el día de hoy, casi diez años después.
 
No había regresado al país, cuando fui sustituido en mis funciones y, sin consultármelo, fui nombrado Consejero del Poder Ejecutivo, cargo del que ni me juramenté, ni fui llamado a nada. En cambio renuncié. Para no dejarme en el aire, procedieron a pensionarme. Concluyendo, de esa manera una carrera al servicio de mi país, país, que como lo podrán notar, no anda muy bien que digamos.
 
Después de concluido un largo período de mi vida, tan largo como más de la mitad de la misma, he permanecido sentado en las gradas, desde donde me he permitido observar lo que ha venido ocurriendo en la República Dominicana, en su gloriosa capital, y en su principal centro histórico, atreviéndome a decir que con las políticas llevadas a cabo por el presidente Fernández, y su sucesor, al igual que las de los distintos alcaldes del Ayuntamiento del Distrito Nacional, me hacen pensar en que algo tendrá que pasar, y ojalá no sea muy grande.
 
En el ínterin me he dedicado a escribir artículos sobre el tema que domino, y sobre algunas de las memorias que no llenaron las expectativas en BATALLAS DE UNA VIDA, y por ello, estas anécdotas.
Como he decidido tomarme un “brake”, con esta remembranza doy por terminado este recorrido virtual, que he acompañado con fotografías de algunos de los encuentros en los que he participado, que guardan relación, exclusivamente, con mi traumático paso por la política.

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