Pasaron los años de aquellos tormentosos acontecimientos de 1973, en los que me encontraba sumamente ocupado tratando de hacer de tripas corazón, en medio de la vorágine suscitada por la creación de un programa (1967) que ha tenido como propósito controlar, y poner, bajo la tutela de la agencia creada para tales fines (OPC), toda intervención en el patrimonio histórico-arquitectónico de nuestro país, que fuera declarado patrimonio histórico nacional y, muy particularmente , en el centro histórico más antiguo del Nuevo Mundo, nuestra Ciudad Colonial, declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Terminaba el siglo XX, y las cosas no andaban todo lo bien que se deseaba, ni en la Primada, ni en ninguna otra parte de nuestro país donde se conservan vestigio de las primeras edificaciones erigidas por los conquistadores en La Española. El programa lo habían descuidado los responsables de darle fiel cumplimiento a sus obligaciones, la ciudadanía daba visos cada vez mayores de la indiferencia que la ha caracterizado ante tan importante asunto, y los sucesivos gobiernos continuaban alejados y desinteresados de lo que a ninguno de estos les ha interesado.
Sucedió, que las obras iniciadas en al año 1998 por la firma hotelera francesa ACCOR en el abandonado Hostal Nicolás de Ovando, y sus ampliaciones, empezaron a encontrar oposición a lo que se proponían llevar a cabo, amparados en permisos de la agencia rectora (OPC), y de la entonces Secretaría de Estado de Turismo.
Los mismos de siempre, respaldados por una recia y absolutista personalidad, iniciaron una serie de protestas, mediante las cuales manifestaban su oposición a la continuación de los trabajos, aludiendo una serie de causas, totalmente alejadas de la verdad.
Directivos de ACOOR vinieron al país para tratar de resolver el engorroso problema, y en vez de encontrar apoyo y soluciones a estos, los mismos y su líder continuaban echando más leña al fuego. Gobernaba el país el Dr. Leonel Fernández, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), y como era de esperarse, tanto el presidente Fernández, como los demás funcionarios, se mantenían ajenos a lo que sucedía. Excluyendo, por supuesto, a los que dirigían la agencia rectora (OPC), que desde un principio se solidarizaron con los mismos. Cada día salían en los periódicos sartas de imputaciones falsas.
Temas como corrupción, vagabundería, prostitución, desorden, y otros, le adjudicaban los opositores al recinto hotelero en vías de ampliación, y reformulación. La Embajada de Francia, con la que sosteníamos magníficas relaciones, se encontraba en una difícil situación. Sintiéndose compelida a defender la actuación de la empresa francesa, y el proyecto, que conocía muy bien, y estaba totalmente de acuerdo con él, y por otro lado, teniendo que sortear la presencia de un importante componente de la oposición, que no era nada fácil de enfrentar.
Preocupado por la situación que se veía venir, el Excmo. Francois Xavier Deniau, Embajador de Francia, me llamó a Colombia, donde me encontraba sirviéndole a mi país en calidad de Embajador. Al referirme de lo que se trataba su llamada, que abundaba lo que yo ya conocía por medio de la prensa, al igual que de colaboradores y amigos que simpatizaban con el proyecto, que me mantenían enterado, le prometí venir al país para ver lo que podía hacer. Pero resultó, que ya el gobierno del Dr. Fernández estaba en sus finales, y era imposible para mí desentenderme de la Embajada en esos precisos momentos.
Pasado un tiempo, que ahora no preciso exactamente de cuanto fue, durante el cual los contratistas de la obra continuaban los trabajos, y trataban de defender lo que hacían, regresé al país, y me reuní con el Embajador y los ejecutivos de la firma hotelera. A quienes les dije, que la única solución que le veía al problema era entrevistarse con el Presidente, Ing. Hipólito Mejía, del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), plantearle el problema, y decirle, que estaban dispuestos a denunciar al contrato, tan pronto les devolvieran los recursos que habían invertido. El presidente, al oír tal disposición les dijo, que no estaba dispuesto a que nadie, absolutamente nadie, interviniera en los asuntos del
gobierno, y menos tratándose de una inversión extranjera. Que continuaran los trabajos, y que cualquier problema que se presentara, en lo sucesivo, se lo hicieran saber de inmediato.
Considerándome uno de los padres de Hostal Nicolás de Ovando, tanto en mi calidad de proponente
del proyecto, como de ejecutor de la primera parte, y propiciador de dos de las administraciones que ha tenido, me vi precisado a darle seguimiento, dentro de mis posibilidades. De hecho tuve que involucrarme en “algo” que, como se dice en nuestro país: “no se me había perdido”. No obstante, me había percatado de las barbaridades que se cometían en las fachadas de las dos casas que habían sido
ocupadas por El Caribe, consistentes en modificar ambas.
En otra anécdota abundaré sobre este lamentable asunto, que espero sea comprendido por los que me siguen, en su mayoría profanos en temas arquitectónicos y, por supuesto en restauración de edificaciones antiguas.
Ya de regreso en Santo Domingo, y después de haberme reunido con el Embajador de Francia y los directivos de Accor, pronuncié una conferencia en la Embajada francesa, en la que presenté, con lujo de detalles, acompañada de vistas fijas, el proceso de elaboración y ejecución del primer proyecto, al igual que las razones por las que me había metido en un pleito ajeno, pero que yo consideraba mío. Fui acompañado, igualmente, como expositor, por el Arq. Luís Lajara Solá, quien tenía a su cargo las obras.
De esa forma fue como un proyecto bien pensado, y aprobado por todos los que tienen el deseo de ver al turismo dominicano prosperar, y con ello la solución de los problemas que confrontaba, y sigue confrontando la Ciudad Colonial, para convertirse en la principal atracción turística de la capital de dominicana.
Los trabajos continuaron a buen ritmo, y llegado el momento de su inauguración, en julio de 2003, ACOOR ofreció un excelente agasajo, al que asistió el presidente Mejía y miembros de su gabinete, teniendo que ser bendecido por el cura párroco de la vecina Iglesia de Santa Bárbara.
De aquel entonces en adelante todo ha marchado maravillosamente, lo que ha confirmado el éxito de mi propuesta.
De esa manera, el desastre previsto por los opositores se convirtió en la panacea esperada por los que piensan en la posibilidad de conjugar lo antiguo con la modernidad, para contribuir con el desarrollo del país, aportando ingresos suficientes a las arcas del Estado, lejos de convertirse en una carga más para este.
SEGÚN REVISTA U.S. NEW WORLD REPORT
Galardonan al ‘Hostal Nicolás de Ovando’ como mejor hotel de Santo Domingo
Temas relacionados: Asonahores, Bávaro, Hostal
Nicolás de Ovando, MGallery Hotels, Punta Cana, Santo Domingo, U.S. New World
Report, Washington
27 septiembre, 2013
El ‘Hostal Nicolás de Ovando’ de la cadena MGallery Hotels ha sido galardonado como el mejor hotel de Santo Domingo por la revista U.S. New World Report, de acuerdo a una evaluación de las calificaciones y las apreciaciones de los usuarios, el hotel quedó como el número uno de los 19 hoteles del área de Santo Domingo. La publicación U.S. New World Report, con sede en Washington, tiene como misión ofrecer a los viajeros información para ayudarles a tomar las decisiones. Según sus editores sus clasificaciones representan una visión de las opiniones colectivas de los usuarios y la crítica
de viaje.
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