VALOR
CULTURAL
Hace
honor a la Virgen de La Altagracia, venerada por miles de dominicanos que cada
21 de enero se trasladan hasta Higüey para agradecer y prometer.
El Museo de la Altagracia mas allá de la fe, del arte y del valor Histórico-cultural, constituye un registro del fervor de 300 años de devoción, en la Basílica Nuestra Señora de la Altagracia, en Higüey. Allí, a pocos metros de donde está la imagen de la madre protectora de los dominicanos, se exhiben miles de piezas que pertenecían al santuario de la Basílica y que incluyen pinturas, esculturas, joyería platería y unos 35 mil exvotos hechos con distintos materiales, como ofrendas de los creyentes.
Museólogo Sergio Barbieri, responsable del museo.- ...."En el 2008 me instalé en el país y empecé a hacer el inventario del patrimonio que es mucho y muy variado
El 26 de julio de 2012 quedó inaugurado el edificio donde se exhiben cientos
de piezas que pertenecían al santuario de la Basílica, que incluyen pinturas,
esculturas, joyería, platería y unos 35,000 exvotos hechos con diferentes
materiales, los cuales son las ofrendas que los devotos hacen a la Virgen para
prometer o agradecer por un milagro o por el cumplimiento de una petición.
A excepción de unas pocas, todas las piezas expuestas en el museo fueron
hechas en el país. El profesor de arte, Sergio Barbieri, responsable de la
museología de este espacio, dice que algunas de las más importantes que se
pueden encontrar allí son una serie de 16 óleos sobre madera de finales del
siglo XVIII hechos por Diego José Hilares, un incinerario de mitad del XVII, un
portaviático de oro fundido con 26 esmeraldas y cálices de principios del
XVIII.
“Este patrimonio ha estado bajo el cuidado de la Iglesia desde hace 350 años.
Hay piezas que se usaron aquí durante un siglo”, afirma Barbieri al referirse a
obras como el trono procesional de la Virgen de La Altagracia que data del 1800
y que se usaba cada 21 de enero hasta el 2010, cuando se trajo uno nuevo desde
Perú.
La comunidad también ha hecho sus aportes al donar un cáliz francés de
finales del siglo XIX, con las vinajeras y su bandeja, el cual perteneció al
sacerdote Manuel Montás.
En la infraestructura que cubre 1,800 metros cuadrados se encuentran siete
salas del museo. En la primera se presenta la historia y leyenda de la Virgen de
La Altagracia; en la segunda las 16 pinturas de Diego José Hilares; la tercera
está destinada al arte sacro; la cuarta es la sala del tesoro; en la quinta se
proyecta un video sobre la parroquia San Dionisio y fiestas importantes y en las
dos últimas están los exvotos.
También cuenta con un auditorio, una sala de exposiciones temporales, una
tienda de regalos y librería, una cafetería, baños y oficinas administrativas.
La obra que empezó en 2009 costó US$5 millones que fueron cubiertos por el
gobierno de turno, la Iglesia y empresas privadas.
Inicio
En 2004, el gobierno dominicano le pidió al investigador
argentino, el profesor Sergio Barbieri, que hiciera un informe sobre las piezas
que se encontraban en el santuario de La Altagracia y en el de Santiago de Los
Caballeros para determinar si era posible hacer un museo con el conjunto de
objetos religiosos que se encontraban en esas dos provincias.
Para 2007, el obispo de Higüey, Gregorio Nicanor Peña, se pone en contacto
con Barbieri y resuelven que él venga al país a hacer el inventario del
patrimonio que se encontraba en el santuario de Nuestra Señora de La Altagracia.
“En el 2008 me instalé en República Dominicana y empecé a hacer el inventario
de todo el patrimonio que es mucho y muy variado”, expresó el profesor.
En función de la museología que había hecho el investigador y profesor de
arte y de la museografía que estuvo a cargo de Magdalena Iñigo, el arquitecto
dominicano Pedro Borrell diseñó el edificio que hoy alberga valiosos objetos con
los que se evidencia el arte religioso y la pasión del pueblo dominicano por la
Virgen de la Altagracia.
Sala de exposiciones temporales
El museo tendrá cada año cuatro
exposiciones temporales que no sólo coinciden con los cambios de temporada del
año, sino también con la Noche Larga de Museos que organiza el Ministerio de
Cultura en el país.
La primera se estrenó el 21 marzo de este año con los pintores higüeyanos:
Luis Castillo, Martín Cruz, Julio Polanco, Cristóbal Rodríguez y Edward Salcedo.
Muestra colateral
En la actualidad se está exhibiendo la exposición fotográfica “Retratando el
Este: la mirada de cinco fotógrafos”.
Profesionales de la talla de Pedrito Guzmán, Denisse Español, Amíntore
Laureano, Frank Luna y Roberto Mena ofrecen una visión de la vida cotidiana de
la parte oriental del país. “Se les pidió que no sólo mostraran el paisaje de
las playas, sino que tomaran fotos de la vida cotidiana, los pescadores, la
gente del pueblo. Es una visión muy atractiva y diferente”, manifestó el
organizador, Sergio Barbieri.
La tercera será en septiembre con las obras de pintores y escultores
haitianos que reflejan temas religiosos y la última abrirá en diciembre con la
exposición de 16 pinturas españolas del siglo XVII que se llevarán a Higu¨ey
desde el Alcázar de Colón que se encuentra en la Zona Colonial de Santo
Domingo.
Un centro cultural
Barbieri expresó que el museo se puede
convertir en el centro cultural de la zona Este del país, ya que es un lugar
donde se pueden mostrar y vender las obras de artistas dominicanos; el auditorio
con capacidad para 80 personas es propicio para la puesta en circulación de
libros, la presentación de obras teatrales, conferencias y conciertos.
“Esto puede convertirse en la parada obligatoria para los turistas
dominicanos y extranjeros”, apuntó.
Dijo que todo eso está planificado, pero que lo irán haciendo paso a paso.
Empezaron haciendo un taller de reciclaje a cargo de Erendira Cedeño, en el que
participaron 40 niños.
El recorrido
En la primera sala se muestra un video en el que a
través de la actuación y narración se cuenta la historia de la Virgen de La
Altagracia y de cómo ésta se volvió parte de la vida de los dominicanos.
En la segunda se encuentran Los 16 Medallones de Diego José Hilares hechos a
finales del siglo XVIII.
Originalmente era un serie de 27, de la que sólo se conservan los
expuestos.
Se cuenta que un sacerdote de la época le pidió al pintor que la hiciera,
pero Hilares se negó, tiempo después se enfermó y al clamarle a la Virgen fue
curado, en ofrenda realiza las 27 obras, retratando en la primera su situación.
Las restantes son recordatorios de milagros que se le atribuyen a la virgen
desde el siglo XVII hasta finales del XVIII que es cuando las pinta.
Las pinturas representan mudos que hablan, enfermos que sanan, madres que
agradecen por sus hijos.
De esta serie de pinturas, entre las más representativas está en la que se
pintó la Higu¨ey del siglo XVIII mostrando la parroquia de San Dionisio
incendiada y al sacerdote clamando a la Virgen por protección. En otra se
retrata el prodigio más antigu¨o hecho por la virgen, de acuerdo a lo registrado
por el canónigo Luis Gerónimo Alcócer en 1650, quien escribió sobre cómo la
imagen de la Virgen desapareció de una caja cerrada con cuatro candados y
custodia, cuando el arzobispo de Santo Domingo intentó trasladarla hasta la
capital, lo que se interpretó como que la Virgen quería quedarse donde se
originó.
El siguiente paso es la sala de arte sacro donde se pueden apreciar piezas
restauradas de María como la Inmaculada y la Dolorosa y de San José; una
simulación de un presbiterio con la mesa del altar con un sagrario de plata del
siglo XVIII y dos sillones; un cristo europeo; dos pinturas iguales, una de Luis
Desangles y otra de José Audilio Santana, también una de Santo Domingo de
Guzmán, el fundador de los dominicos.
En ésta hay cálices, patenas, copones y otras
piezas utilizadas para el culto, en su mayoría de oro. En ella se encuentra el
trono procesional de la Virgen que se utilizó durante unos 200 años.
En la misma sala también se exponen las prendas de vestir hechas de saco que
usa la gente para ir a ver la imagen de la Virgen, esto porque según la
tradición deben hacerlo de la forma más humilde posible.
Además se presenta un resumen de cómo se erigió la Basílica y diferentes
bocetos de 1948 del diseño de la misma.
En la quinta se muestra en cuatro minutos las fiestas mas importantes
relacionadas a la Virgen de la Altagracia, la del 21 de enero, fecha en que se
le rinde honor, y la de los toreros del 14 de agosto. Esta última empezó en el
siglo XVII cuando algunos ganaderos ofrendaban un toro por agradecimiento. Hoy
cientos de feligreses se unen a la procesión.
Hasta la fecha el museo ha recibido a 10,000
personas. Barbieri aseguró que están haciendo acuerdos con agencias de viajes
para que el número de visitas aumente y que durante el año escolar todos los
días escuelas y colegios asisten al recorrido guiado.
Está abierto de martes a sábado de 9:00 a.m. a 5:00 p.m. y los domingos de
10:00 a.m. a 5:00 p.m.
Para los adultos la entrada cuesta RD$200 y para los niños RD$100.
El importante patrimonio está custodiado por agentes de seguridad, guardias
armados y es monitoreado a través de cámaras durante todo el día.
Allí se encuentran dos paneles con miles de exvotos de plata, uno de ellos
formando el mapa de República Dominicana.
Son pequeñas piezas en forma de diferentes partes del cuerpo. También se ha
documentado y presentado en video un platero de la actualidad que los hace.
Vestimenta de sacos que algunos devotos usaban para ir a la Basílica
Lo mismo se ha hecho con el trabajo de Mercedes Rodríguez, una artesana banileja que los elabora de cera que son los más ofrendados en estos días.
Hay de todas las formas, tamaños y de diferentes personalidades como una
pelota firmada por el beisbolista Adrián Beltré el 8 de octubre de 1999 y una
cadena de oro ofrendada por su colega Ozzie Chávez, el 15 de febrero de
2007.
Barbieri asegura que cada día se agregan exvotos por lo que los expuestos en
la sala, con el tiempo se van renovando. “Las monjas los reciben y yo voy todas
las semanas a seleccionarlos,”.
Dijo que los criterios que toma en cuenta para su selección son artesanales,
estéticos y tipológicos.
La última parada se ha dedicado a las joyas que ofrendan las personas cuando
van a visitar a la Virgen como muestra de un desprendimiento de un bien personal
y valioso para el que lo da.
El profesor de arte afirmó que del santuario no se han vendido ninguna de la
joyas que se ofrendaron durante el siglo XX y XXI y por ello en esa sala hay de
todos los tipos.
Asimismo en una pared se encuentran algunas de fotografías que devotos han
dejado a la madre protectora como muestra de agradecimiento.
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