1 de agosto de 2014 a la(s) 17:29
En los altos de madera de esta casa de la zona portuaria de Santo Domingo estuvieron las oficinas de la Agencia Mercantil Pellerano Atiles, en las que se concibió y fue puesto en circulación el primer número de LISTÍN DIARIO.
Artículo publicado el 1ro. el Agosto de 2007 en el 118 aniversario del LISTIN DIARIO.
FUENTE: LISTIN DIARIO.
Evolución
El LISTÍN DIARIO se fundó originalmente, por tanto, con el propósito de anunciar las llegadas y salidas de los pequeños veleros que realizaban en aquella época el servicio de cabotaje entre los distintos puertos del país como único medio de intercambio comercial. En el interior de la República, los caminos interurbanos los constituían cortas veredas por las que circulaban las clásicas recuas de mulas y jumentos.
Obstáculos
Los obstáculos que Pellerano Alfau enfrentó para hacer del LISTÍN DIARIO un gran periódico no fueron pocos.
Había también, que luchar contra la falta de maquinarias y materiales apropiados y, sin recursos suficientes para remunerar a un cuerpo
fijo de redactores, era preciso aceptar los servicios gratuitos de algunos colaboradores.
La época de Lilís
Primeras etapas de LISTÍN DIARIO
Artículo publicado el 1ro. el Agosto de 2007 en el 118 aniversario del LISTIN DIARIO.
FUENTE: LISTIN DIARIO.
A finales del siglo XIX el país carecía de una red de carreteras, de modo que el transporte más seguro y barato, en ese entonces, para mercancías de cierto volumen y peso entre los pueblos de la costa, era el marítimo. Las entradas y salida de los navíos estaban sujetas a los avatares del tiempo y otras contingencias, por lo que los comerciantes estaban obligados a esperar la ocasión oportuna para embarcar o recibir sus cargas. Esta situación movió a Pellerano y a Atiles, dos jóvenes emprendedores, a crear la agencia marítima, cuyo local se convirtió de inmediato en punto de cita de los consignatarios y armadores locales.
Evolución
El LISTÍN DIARIO se fundó originalmente, por tanto, con el propósito de anunciar las llegadas y salidas de los pequeños veleros que realizaban en aquella época el servicio de cabotaje entre los distintos puertos del país como único medio de intercambio comercial. En el interior de la República, los caminos interurbanos los constituían cortas veredas por las que circulaban las clásicas recuas de mulas y jumentos.
En modo alguno estuvo en ánimo de Pellerano y Atiles hacer de su boletín portuario un periódico al servicio de los mejores intereses del país. Sin embargo, disuelta la agencia marítima, fue Pellerano quien concibió y llevó a efecto la conversión de la hoja en un diario de alcance nacional.
Todos los intentos realizados para aclimatar un diario habían fracasado estrepitosamente. El país carecía de una verdadera tradición periodística, aun cuando la prensa, desde los días del gobierno del general Luperón, intentaba ganar prestigio ante la opinión pública y erigirse en un cuarto poder. En la administración de Meriño se habían creado dos boletines, uno judicial y otro municipal, y se subvencionaban algunos periódicos de escaso tamaño y circulación.
Obstáculos
Los obstáculos que Pellerano Alfau enfrentó para hacer del LISTÍN DIARIO un gran periódico no fueron pocos.
La publicación debía mantenerse, al menos en sus inicios, en un terreno de estricta neutralidad política para no despertar el enojo del régimen de turno, dadas sus características dictatoriales, pero sin por ello dejar de opinar sobre problemas que afectaban a todos los dominicanos. Había además, que estimular a la gente en la lectura del periódico, sobre todo en un momento de la historia
nacional en que muy pocos mostraban interés por un medio informativo como ese.
Había también, que luchar contra la falta de maquinarias y materiales apropiados y, sin recursos suficientes para remunerar a un cuerpo
fijo de redactores, era preciso aceptar los servicios gratuitos de algunos colaboradores.
Otra dificultad a vencer, no menos importante que las citadas, era la circulación del periódico. Se necesitaba desplegar mucha actividad mucho de lo para el LISTÍN DIARIO llegase a las distintas ciudades y pueblos del país, incluidos los más apartados, lo que se lograba con un retraso, en ocasiones, de hasta cuatro y cinco días.
La época de Lilís
Cuando el LISTÍN DIARIO salió a la luz, el general Ulises Heureaux iniciaba su tercer mandato presidencial. Integraban su gabinete los hombres más capaces del momento, entre los que cabe citar a Casimiro De Moya, César Nicolás Penson, Manuel de Jesús Galván y Francisco Xavier Billini. De las escuelas normales, fruto de las ideas de Eugenio María de Hostos, saldrían personalidades de la talla de Arturo Grullón, Lucas Gibbes y Francisco J. Peynado.
Y, del colegio San Luis Gonzaga, Rafael y Gastón Deligne y Leopoldo Miguel Navarro. Se ampliaba el horizonte intelectual del país con figuras como Emilio Prud’Homme, José Reyes, Federico y Francisco Henríquez Carvajal y Salomé Ureña.
La población de la República Dominicana, a fines del siglo XIX, iba en constante aumento. Santo Domingo, contaba con más de 14 mil habitantes distribuidos en más de dos mil viviendas techadas de zinc galvanizado e innumerables bohíos.
Las actividades comerciales, bancarias y marítimas experimentaron un fuerte incremento con la migración masiva de cubanos, puertorriqueños,
italianos, franceses y alemanes. La mano de obra se nutrió principalmente de cocolos, trabajadores procedentes de las Antillas inglesas. Uno de los primeros renglones de exportación fue el de la madera preciosa. Poco a poco fueron
surgiendo fábricas de fósforos, de velas, de pastas alimenticias, de cigarros y cigarrillos, así como aserraderos y destilerías de ron. La columna vertebral de todos los negocios la formaban las calles Consistorial, Comercio y La Marina, todas de norte a sur.
En ese espacio urbano también se hallaban situadas las oficinas de los principales consignatarios de buques. Allí vivían los maestros y carpinteros de rivera, todos expertos en asuntos de veleros. Los randes almacenes se levantaban en el mismo espacio. Asimismo, en la calle Las amas se encontraban importantes oficinas y compañías marítimas.
El país se desarrollaba, pero las rutas de comunicación, salvo las marítimas, permanecían iguales a las de principios de siglo. Desde el envío de provisiones y víveres, hasta la carga de pasajeros, maquinarias y tropas, todo debía salir desde el Ozama.
Primeras etapas de LISTÍN DIARIO
Si bien el Listín Diario se inició como una única hoja de 5 x 6 pulgadas en la que se anunciaba, por un sólo lado, la entrada y salida de los barcos de cabotaje, cinco días después aumentaba ya otras dos pulgadas de tamaño y otras tantas al cabo de dos semanas. La tirada era de 50 ejemplares.
El éxito de la octavilla fue tal que, en su edición número 28, cuando apenas había cumplido el primer mes de vida, el LISTÍN DIARIO insertó dentro de su contenido habitual un breve resumen de noticias procedentes de Europa suministradas por el cable francés a las 24 horas de transcurridas. También se dieron a conocer algunos sueltos bajo el rubro de “Noticias Generales”.
La tirada ascendió a los 150 ejemplares. Este progreso dio a la hoja cierto carácter de gaceta informativa de interés general. Anteriormente, los dominicanos se enteraban de los principales acontecimientos europeos con un mes de retraso, gracias a Correo de Ultramar, periódico iberoamericano que se editaba en París.
Por tanto, el hecho de que LISTÍN DIARIO diera las primicias del Viejo Mundo sólo veinticuatro horas después de ocurridas revolucionó el ámbito informativo del país. De ahí en adelante el público empezó a disputarse la hoja, que se vendía a dos motas. Poco tiempo después de su salida inicial, el boletín era despachado a las provincias, aunque de manera tardía a causa del rudimentario sistema de comunicaciones comarcanas.
A principios del año 1890, el Listín se vio precisado a aumentar su tamaño nuevamente. Tenía entonces tres columnas de lectura en la primera plana y anuncios en el respaldo. Además de los informes del puerto, las noticias de Europa y los anuncios comerciales, se incluían noticias de la vida urbana, como bodas, nacimientos, bautizos, defunciones y unaque otra nota policial.
Las solicitudes de anuncios abundaban y el número de suscriptores aumentaba, la tirada llegó a 200 ejemplares. El diario salía a la calle a las cinco de la tarde. Así, el diario creció y se extendió por todo el ámbito nacional, pero más tarde, teniendo cuatro páginas, circuló también en el extranjero. Se envió a los consulados y legaciones dominicanas y se leyó en urbes como París y Nueva York.
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