by medelmonteu |
El Pte. Balaguer, Arq. Manuel Delmonte, Duquesa de Cádiz, Sra. Urania de Delmonte, Monseñor Beras entre otros asistentes a la inauguración del Hostal Nicolás de Ovando en 1975
Terminados los trabajos del Hostal Nicolás de Ovando, en su primera etapa (1974), dispusimos reconstruir el tramo de la calle Las Damas, comprendido entre las calles Mercedes y Conde, que había sufrido un gran deterioro. Para solucionar lo que teníamos previsto desde el principio de los mismos, contratamos la compañía Asfaltos Dominicanos, la que sin pensarlo dos veces comenzaron a trabajar casi de inmediato. Lamentablemente, uno de los equipos de la compañía rompió, accidentalmente, una tubería que suministraba el agua al periódico El Caribe.
Al
nosotros ser informados, solicitamos a los responsables de los trabajos
solucionar el problema lo antes posible. Algo que no era nada difícil de
acometer. En medio de ese dilema, me fui a casa a almorzar, y no hice más que
llegar cuando recibí una llamada del Dr. Germán Ornes, propietario del
periódico, quien me dijo de todo cuanto le dio su gana. Desde hacerme saber que
él era el cuarto poder del país, hasta que podía hacer que me destituyeran del
cargo. Sin decir ni una palabra cerré el teléfono y, después de almorzar, me fui
directamente al Palacio Nacional. De ahí en adelante no considero necesario
abundar más al respecto. Si no, hasta que se me ocurra comentar otra de esas
anécdotas, en la que está involucrado el seudo propietario de El Caribe.
En la foto el Dr. Joaquín Balaguer, el Arq. Manuel Delmonte y Sra. Urania de Delmonte.
Llegada la hora de la inauguración, a la que asistió el Presidente Balaguer y su séquito, al igual que invitados nacionales y extranjeros, entre los que se encontraban los Duques de Cádiz, Don Alfonso de Borbón Dampierre, y Carmen Martínez Bordiú, quienes fueron invitados por nosotros. Al acto, que resultó un verdadero acontecimiento social y político asistió, igualmente, ya casi terminándose, el Embajador norteamericano, Excmo. Robert Hurwitch, quien al llegar donde se encontraba el Presidente Balaguer, este le dio la más cordial bienvenida. Y sorprendido al verle le preguntó que si ya había salido de los efectos post operatorios. A esa inquietud presidencial, el Embajador Hurwitch le respondió, que sí, que aunque todavía quedaban algunos remanentes, “no podía dejar de acompañar a Manuel en tan importante acontecimiento para el.”
A los cuatro meses de inaugurado oficialmente, se efectuó otro acto con el propósito de darle apertura. Al mismo asistieron, además del Presidente Balaguer, y el Vicepresidente Goico Morales, altos funcionarios del gobierno, entre los que se encontraba el Dr. Pedro Morales Troncoso, Director General de Turismo. Una delegación de la empresa española LUZ INTERNACIONAL, que había sido seleccionada para administrar el hostal, encabezada por si Presidente, señor Manuel Uribe, vino desde España para asumir su responsabilidad. El Embajador de España, Excmo. Javier Oyarzun, e invitados especiales, colmaron los salones del Nicolás de Ovando, y disfrutaron de un sencillo ágape al estilo español. El acto, fue bendecido, como era su costumbre, por el Arzobispo de Santo Domingo, Monseñor Octavio Antonio Beras.
Un
año fue todo lo que duró la administración de la compañía española, que fuera
recomendada por el entonces Ministro de Información y Turismo, Don Alfredo
Sánchez Bella. Lamentablemente, tuvieron que romper el contrato, por
incumplimiento del mismo por parte del gobierno dominicano. Así las cosas, el
gobierno continuó operando el Hostal bajo la administración de CORPHOTEL,
empresa del gobierno que administraba desastrosamente otros hoteles del Estado,
entre los que se encontraban los que habían sido construidos durante los
gobiernos de Trujillo. Afortunadamente, la administración oficial no resultó tan
mala, debido a la constante inspección de Turismo y Patrimonio Cultural, que
hicieron lo mismo que hacen los propietarios privados con sus empresas.
En la foto Arq. Manuel Delmonte, Mons.Beras, Joaquín Balaguer, Duquesa de Cádiz, Don Fabio Herrera Cabral, entre otras personalidades...
Al
llegar el Dr. Salvador Jorge Blanco a la presidencia de la República (1982), le
entregó el suculento banquete a la empresa DIMARGO TOUR, la que en términos de
unos catorce años estuvieron a punto de hacerlo desparecer. En 1996 llegó al
gobierno el Dr. Leonel Fernández Reina, del PLD, quien hubo de sorprenderme
designándome por segunda vez, y sin yo querer, como Director de la todavía
Oficina de Patrimonio Cultural (OPC).
Una
de mis primaras acciones ejecutivas fue dirigirme al hostal, en compañía del
Director de CORPHOTEL, y compañeros de oficina, durante cuya visita nos
dirigimos a su administradora, Señora Verónica Sención, a quien, sin pérdida de
tiempo le comunicamos que ese día sería el último día abierto, de lo que quedaba
del hostal. Y a seguidas fue realizado un inventario detallado de su ajuar y
utilería, requisa que no fue nada fácil para quienes habían sido los
responsables de adquirir el rico menaje que fuera depositado allí unos 21 años
antes.
Pasó
un tiempo en que aquella joya permaneció cerrada, después de haber sido
desvalijada de una gran parte de su patrimonio artístico y de utilería, hasta
que un día el señor Félix Jiménez, entonces Director General de Turismo, me
llamó por teléfono para decirme que en su despacho se encontraba una delegación
de la compañía hotelera francesa ACOOR, interesada en arrendar el Hostal Nicolás
de Ovando, y los hoteles Comercial, y Francés. Todos estos ubicados en la Ciudad
Colonial. Sin perder un segundo me dirigí a la Dirección de Turismo, con el
propósito de contribuir a dejar resueltas las intenciones de dicha reconocida
empresa. Fue así, como se inició el largo y penoso viacrucis, del cual ya he
referido una gran parte.
Al
poco tiempo de aquella reunión los franceses iniciaron los trabajos dirigidos
por el eficiente arquitecto Luis Lajara Solá, quien hubo de presentar su
proyecto, como era de lugar, a la OPC. De la que recibió, no solo la aprobación,
y autorización para iniciar los trabajos, sino que puso todo su empeño en
prestar su colaboración con el arquitecto en todo lo que fuera posible.
Y
así se inició lo que sería el más exquisito establecimiento hotelero de la
República Dominicana, no sin antes atravesar un camino tortuoso, plagado de
inconvenientes y puñeterías, propias de países en los que reina la envidia más
perniciosa.
En
la próxima anécdota continuaré narrando algunas de las situaciones más penosas
de aquel viacrusis, que lejos de terminar como terminó el de Nuestro Señor
Jesucristo en el Calvario, concluyó, gracias a Él, con un rotundo éxito, éxito
que todavía se mantiene catorce años después.
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