sábado, 21 de septiembre de 2013

GOLPE DE ESTADO A JUAN BOSCH

Primera pàgina del periòdico "El Caribe", informando sobre el golpe de Estado
Juan Bosch y su esposa cuando partian nuevamente al exilio
Juramentaciòn como Presidente de la Repùblica
A su llegada del exilio
En el debate con el padre Laùtico Garcìa
Leyendo la carta la pueblo dominicano despuès del golpe de estado.

Lo que dijo en la carta al pueblo dominicano, despuès del golpe de estado:
Ni vivos, ni muertos, ni en el poder, ni en la calle se logrará de nosotros que cambiemos nuestra conducta. Nos hemos opuesto y nos opondremos siempre a los privilegios, al robo, a la persecución, a la tortura.-"


Bosch era un gran defensor del pueblo y por consiguiente ferviente oponente del gobierno dictatorial de Rafael Leonidas Trujillo. Por tal razón tuvo que salir al exilio en 1937. Bosch retornó luego del ajusticiamiento del dictador en 1961 y fue electo Presidente de la República en Diciembre de 1962, al frente del Partido Revolucionario Dominicano, partido que él mismo fundó años atrás.

Este fue depuesto por un golpe de estado apoyado por los Estados Unidos, a sólo siete meses de tomar el cargo, debido a sus reformas socialistas En 1965, oficiales militares se rebelaron en contra de la Junta para restaurar a Bosch, lo que provocó que el presidente estadounidense Lyndon Johnson enviara 20,000 tropas para apagar la revolución y así "evitar otra Cuba".Carta al pueblo dominicano después del Golpe de Estado de 1963
Palabras de Juan Bosch Presidente de la República Dominicana Al Pueblo Dominicano:
"Ni vivos ni muertos, ni en el poder ni en la calle se logrará de nosotros que cambiemos nuestra conducta. Nos hemos opuesto y nos opondremos siempre a los privilegios, al robo, a la persecución, a la tortura. Creemos en la libertad, en la dignidad y en el derecho del pueblo dominicano a vivir y a desarrollar su democracia con libertades humanas pero también con justicia social. En siete meses de gobierno no hemos derramado una gota de sangre ni hemos ordenado una tortura ni hemos aceptado que un centavo del pueblo fuera a parar a manos de ladrones. Hemos permitido toda clase de libertades y hemos tolerado toda clase de insultos, porque la democracia debe ser tolerante; pero no hemos tolerado persecuciones ni crímenes ni torturas ni huelgas ilegales ni robos porque la democracia respeta al ser humano y exige que se respete el orden público y demanda honestidad. Los hombres pueden caer, pero los principios no. Nosotros podemos caer, pero el pueblo no debe permitir que caiga la dignidad democrática. La democracia es un bien del pueblo y a él le toca defenderla. Mientras tanto, aquí estamos, dispuestos a seguir la voluntad del pueblo".Juan Bosch Palacio Nacional, 26 de septiembre, 1963.

Para Juan Bosch, la llegada a la presidencia de su país significó la posibilidad real de iniciar el proyecto liberal que se remontaba al ideal de los trinitarios de 1844, los restauradores de 1865, los nacionalistas de principio de siglo y de los antitrujillistas del exilio.

Desde el poder, creyó que por fin su país podría encarrilarse por el camino de la democracia representativa y liberal. Pensó que era posible la revolución pacífica por medio de la educación que Hostos había predicado. Su esquema mental se desplomó cuando el 25 de septiembre de 1963 fue derrocado por un sector de las fuerzas armadas dominicanas, la oligarquía y la colaboración del Pentágono norteamericano.

A raíz de lo anterior, García Cuevas describe la tercera etapa de la trayectoria de Bosch como una de desilusión y de búsqueda. Esta etapa comienza en 1963 y finaliza en 1966.La crisis en que había entrado el pensamiento de Bosch tras el golpe de 1963 se agudizaría en 1965 con la segunda intervención militar norteamericana en suelo dominicano en el presente siglo.

El modelo político de la democracia representativa y liberal, que le había dado sentido a sus acciones desde 1939 hasta 1963, no había funcionado en su país. La invasión militar norteamericana de abril de 1965 haría a Bosch dar un salto radical hacia el marxismo.

Según García Cuevas, el camino recorrido por Bosch para llegar al marxismo siguió tres etapas:
Primero, cuestionó el sistema democrático representativo.
Segundo, estudió a fondo la política internacional norteamericana en América Latina.
Tercero, inició el estudio de los clásicos del marxismo y, simultáneamente, viajó por varios países socialistas de Europa y del continente asiático.

A partir de 1967, se inicia la cuarta etapa en el pensamiento de Bosch. Abandona la defensa de la democracia representativa y se convierte en un crítico de este sistema político y en un proponente de cambios revolucionarios.Como parte de su nuevo proyecto, se propuso entender para sí y explicar a la militancia de su partido, desde la perspectiva del materialismo histórico, cómo funcionaba el capitalismo. A la misma vez, estudió el desarrollo histórico de la sociedad dominicana, empleando el instrumento conceptual de la lucha de clases.

Sus primeros libros en esta línea ideológica fueron: El pentagonismo, sustituto del imperialismo (1967), Tesis de la dictadura con respaldo popular (1969), De Cristóbal Colón a Fidel Castro (1969), Breve historia de la oligarquía (1970), y Composición social dominicana (1970).
En el año 1973, convencido de que el partido fundado por él y otros compatriotas no admitiría transformaciones, Bosch fundó junto con un reducido grupo de seguidores, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), del cual fue su candidato presidencial hasta las elecciones de 1994.

Su principal consigna fue la de liberar al país de cualquier tipo de opresión, teniendo como aspiración final completar la tarea iniciada por el liberalismo revolucionario desde mediados del siglo XIX. El hecho de que Bosch no fundara un partido exclusivamente obrero o no se afiliara al Partido Comunista se debió a que, desde su incursión en el marxismo, mantuvo cierta distancia y autonomía frente a la ortodoxia oficial.

Bosch negó la existencia y conciencia de clase del proletariado dominicano, porque pensó que la pequeña burguesía era el componente principal de la sociedad dominicana y que, en alianza con los trabajadores y campesinos, era la clase que debía organizar y dirigir cualquier proceso revolucionario.El PLD, con los métodos de trabajo impulsados por Bosch, se desarrolló y creció de tal forma, que ya para 1990 era la principal fuerza política del país. Dos años antes, el Comité Central de esta organización había sometido un documento a la base del partido, donde afirmaba el «boschismo» como teoría política y oficial de la organización. La propuesta declaraba que la aportación de Bosch en el campo de la historia, la economía y la política, entre otras, había permitido que su análisis de la sociedad dominicana se constituyera en una guía para la lucha efectiva en pro del ideal de liberación nacional.

Como habíamos apuntado al comienzo, García Cuevas monta su investigación sobre la política y la literatura en la personalidad de Juan Bosch, tomando la novela "La mañosa" como el centro de su trabajo. Entre sus opciones tenía la copiosa obra cuentística de Bosch, dos novelas y los ensayos. Los cuentos ya habían sido estudiados de forma considerable por la crítica y la obra ensayística aún no estaba concluida. Le restaban dos opciones: La mañosa y El oro y la paz (1964). El autor optó por la primera, por entender que en ella es donde mejor se conjugan la literatura y la política. La mañosa, según García Cuevas, es una novela más política que histórica, en la cual la historia es un pretexto para la revisión política. La necesidad de explicar por qué Juan Bosch escribió una novela sobre las luchas caudillistas en una época en que éstas eran consideradas como asuntos del pasado, es el resorte inmediato que conduce a García Cuevas a iniciar su investigación considerando las condiciones políticas y económicas que perfilan la República Dominicana de los años treinta.El autor establece que el ascenso de Trujillo al poder estuvo vinculado a varios factores, a saber:
1. La ocupación militar norteamericana de 1916 a 1924.
2. El ejército policiaco que creó el gobierno de ocupación.
3. El favoritismo horacista que promovió su ascenso al poder.
4. El acaudillamiento que consiguió en las filas del ejército.
5. Sus características personales.
6. Su vinculación directa con el movimiento cívico que, planteando la necesidad de un «hombre nuevo», produjo el derrocamiento de Horacio Vásquez. Rafael L. Trujillo ingresó al cuerpo militar norteamericano en 1919, y ya para el 1928 era el militar más poderoso del país. El despilfarro y la corrupción administrativa del régimen de Vásquez, más sus deseos continuistas, abonaron el terreno para que éste aprovechara la coyuntura de 1930 y apoyara solapadamente la conspiración dirigida por Rafael Estrella Ureña, que eventualmente lo llevaría al poder. Con la renuncia del presidente Vásquez se produjo una crisis política y Estrella Ureña pasó a ocupar provisionalmente la presidencia hasta que se celebraran elecciones.
Trujillo presidente y Estrella Ureña vicepresidente: ésta sería la consigna. La fórmula Trujillo-Estrella Ureña resultó ganadora y el 16 de agosto de 1930 tomaron posesión de sus cargos, iniciando lo que maquiavélicamente llamarían la «Era gloriosa», «Era del progreso» y «Era de la paz», entre otros epítetos.

El autor señala que el surgimiento de la dictadura de Trujillo está estrechamente vinculado a la caída de la bolsa de valores acaecida en 1929, ya que a raíz de ésta se produjo una drástica reducción en los ingresos por exportaciones. La baja de los ingresos fiscales, combinada con las presiones internacionales al país para que pagara su deuda externa, más la parálisis casi total del sistema agroexportador, exigía un esquema de poder que enfrentara la situación mediante una institución sólida y estable.
Lamentablemente, la única institución que cumplía con tales características era el ejército policiaco de Trujillo. Por su parte, los norteamericanos comprendieron que la protección de sus intereses globales de dominación requiría la instauración de un régimen despótico que tuviese mayores poderes para contrarrestar las tendencias caóticas de la economía. Para Bosch, la dictadura trujillista fue consecuencia directa del atraso histórico de la sociedad dominicana y de la inexistencia de una burguesía nacional que impulsara el capitalismo. De acuerdo con Bosch, Trujillo aprovechó la infraestructura que iniciaron los norteamericanos y se convirtió en el principal propulsor de la modernización capitalista en la república y, al igual que otros autores, relaciona su ascenso político a la gran crisis de 1929 y a las intenciones reeleccionistas de Horacio Vásquez.

En cuanto a la acusación del historiador y sociólogo, Franklin Franco, en el sentido de que la novela La mañosa es apologética del régimen trujillista, García Cuevas refuta la misma señalando que esta acusación es el resultado de leer la novela como un artículo periodístico más de los que escribió su autor, olvidando que la novela es una producción simbólica con carácter estético y que exige otro tipo de lectura. García Cuevas asegura que su lectura crítica del texto demuestra, entre otros hallazgos, que la recreación del pasado caudillista desde el presente trujillista, tiene su génesis en una estructura nostálgica que genera a su vez otra estructura irónica y que ambas explican indirectamente el por qué del trujillismo. Si el juego de voces propicia, por momentos, identificar pasajes que permitan pensar que la novela es pro trujillista, también hay otros que apuntan que no .

El autor concluye que, aunque Bosch no se propusiera escribir de forma consciente un texto irónico que pudiera interpretarse como un conflicto directo de él con la dictadura, por el peligro que esto representaba para sí y su familia, pudo reproducir una ironía hacia la dictadura de forma inconsciente, pero mediatizada por la nostalgia y la frustración de la clase social de la cual provenía: la mediana pequeña burguesía. Sobre la relación entre el proyecto trujillista y los intelectuales, el autor plantea que, dado que la idea y creación de una sociedad democrática al estilo liberal fue la mayor aspiración de los intelectuales liberales dominicanos desde mediados del siglo XIX, el mínimo acercamiento para explicar la relación de Trujillo con la intelectualidad de tendencia liberal que lo apoyó debe tomar en cuenta los intentos fallidos de ese objetivo hasta 1930.

Trujillo logró seducir a muchos de estos intelectuales, porque al principio de la dictadura incorporó a su sistema discursivo parte de los preceptos que el liberalismo venía repitiendo desde mitad del siglo XIX. Fue de una concepción fatalista sobre el pasado y el futuro dominicanos que, intelectuales que incluso habían entrado en contacto con el pensamiento socialista, terminaron apoyando al régimen. En el año 1955, a los 25 años de la dictadura, Joaquín Balaguer, pilar orgánico del aparato ideológico del régimen, afirmaba que Dios y Trujillo, siendo Trujillo tocado desde el principio por una especie de predestinación divina, eran la explicación de la supervivencia del país y de la actual prosperidad de la vida dominicana.

Las ideas de José Enrique Rodó y su obra Ariel (1900), tuvieron un gran impacto sobre la intelectualidad dominicana y la encaminaron al apoyo del trujillismo. En Ariel se hacía un llamado a la juventud hispanoamericana para hacer frente al utilitarismo norteamericano.Estas ideas encontraron en la República Dominicana las condiciones propicias para su fructificación debido a que, desde la caída de Ulises Heureaux en 1899, el pueblo dominicano se desangraba en una constante lucha política que por un lado, favorecía la ingerencia norteamericana, mientras por el otro, hundía a las nuevas generaciones en el más oscuro pesimismo.

Años más tarde, Trujillo tendría la astucia para atraer a los jóvenes intelectuales e integrarlos a su gabinete. A la mayoría de éstos le tocaría la misión de encubrir, encontrándole a cada situación su correspondiente explicación para la historia. Y, como es natural al momento de elaborar lo que pudiera considerarse como la filosofía del régimen, ellos dieron nueva formulación a esas mismas teorías. Así, encontramos que el pensamiento de Rodó le sirvió a los jóvenes intelectuales para racionalizar y justificar los valores y virtudes del liberalismo, adjudicándoselos a la dictadura a la que servían. El arielismo se había transformado de ideología libresca en praxis política con la fundación del Partido Liberal Reformista, partido que presentó fuerte oposición a la intervención norteamericana de 1916, con Santiago Guzmán Espaillat a la cabeza. Los arielistas creyeron en la posibilidad de lograr una transformación política, económica y social por medio de la educación.
Ante las circunstancias políticas y la urgencia cotidiana bajo el régimen de Trujillo, tuvieron que rendirse y sus valores e ideales fueron supeditados al utilitarismo del trujillismo. Cuando la realidad empírica se impuso, ya era demasiado tarde para volver atrás. Quedaron atrapados y no les quedó otro camino que colaborar, puesto que era cuestión de vida o muerte el volver atrás.

Así quedaba consumada la idea de Rodó de que son las inteligencias superiores las que deben dirigir la sociedad. Sobre el rol de Bosch dentro de esta coyuntura política, García Cuevas sostiene que, independientemente de los artículos que escribiera Bosch a favor de Trujillo, éste no simpatizaba ni política ni ideológicamente con la dictadura y aunque no ofreció resistencia inmediata al régimen, su rápida incorporación a la lucha antitrujillista, ya en el exilio, era indicio de que su visión de mundo había superado las limitaciones de la conciencia real de los intelectuales arielistas. Esto, entre otros factores, porque su pensamiento estaba influido por una ten-dencia del liberalismo revolu-cionario que no era excluyente de los sectores populares. No debemos olvidar además, el artículo que Bosch había publicado en 1929, en el que advertía sobre el peligro de una nueva dictadura. Notable es también el hecho de que en enero de 1934, Juan Bosch fue apresado y encarcelado bajo la sospecha de conspiración contra el régimen mediante la colocación de una bomba. Bosch relata que, mientras se encontraba visitando a su novia, a fines de noviembre de 1933, escuchó una fuerte explosión. Dos o tres días después, se enteró de que ese estruendo había sido producido por una bomba que lanzaron al cementerio de la capital. El día 3 de enero de 1934, Bosch fue apresado en la casa de sus padres por la policía trujillista y llevado a la cárcel de la fortaleza Ozama. Después de permanecer preso durante dos semanas en el lugar, fue trasladado a Nigua, una de las peores cárceles del régimen trujillista, donde contrajo la enfermedad del paludismo y finalmente, por mediación del escritor César Herrera, fue dejado en libertad.

El argumento que Herrera dio a Trujillo para que lo dejaran en libertad fue que Bosch podía morir en la cárcel y dado que éste era un escritor conocido en el país y en el extranjero, su muerte perjudicaría al gobierno. Se infiere del incidente anterior que, ya en 1933, se desconfiaba de Bosch y se le veía con potencialidad para convertirse en antitrujillista, lo que lo colocaba evidentemente entre los escritores que no eran vistos con simpatías por el régimen. Tras el exilio de Bosch en 1938, el tirano ordenaría que el nombre del escritor y sus obras quedaran terminantemente prohibidos en el país. El estudio de García Cuevas demuestra, como balance final, que La mañosa, a pesar de haber sido leída desde diversos ángulos, no fue considerada seriamente como obra importante para entender y explicar la temprana vinculación de su autor con el liberalismo revolucionario dominicano que no era excluyente de los sectores populares ni como novela de crisis histórica de la pequeña burguesía nacionalista y liberal de los años treinta en la República Dominicana. La mañosa aparece entonces, como un texto fundamental para entender la rápida incorporación de Bosch al lado del pensamiento y la praxis política dominicana que aspiraba a la modernización y a la democracia liberal.
En conclusión, la obra de Eugenio de J. García Cuevas constituye un aporte fundamental al entendimiento de una personalidad ejemplar de nuestra América en el siglo XX, en la que la literatura y la política constituyen una unidad complementaria. La lectura del texto es altamente recomendable, puesto que le brinda al lector de manera muy clara, pero sin perder ni un ápice de una rigurosidad fundamentada en rica evidencia documental, una amplia y precisa visión de la historia política dominicana desde mediados del siglo pasado hasta el presente.-
(Fuente: Eugenio J. Garcia Cuevas)

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