Los años siguientes a la Independencia de la República el 27 de Febrero de 1844, para la joven nación fueron de inestabilidad, alcanzando su punto más crítico con la deposición del presidente Buenaventura Báez por parte del general Pedro Santana.
Santana asume el poder en medio de una grave crisis económica debido a que la administración de Báez había quebrado el país, por lo que a 17 años de haberse proclamado la independencia, éste pide a España que retome el control del país, enarbolando como argumento la fortaleza militar de Haití y el temor de que nuevamente el vecino se lanzara a una nueva ocupación.
Para España fue la puesta en bandeja de una nueva oportunidad de controlar América Latina, sobre todo porque Estados Unidos se encontraba envuelto en la guerra de secesión del Norte contra el Sur y no podía ocuparse de imponer la famosa doctrina “América para los americanos” enarbolada en 1823 por John Quincy Adams y atribuida a James Monroe.
Al enterarse de los aprestos cuando se preparaba la anexión, ya que la reina en 1860 había dado su anuencia, el General de División Francisco del Rosario Sánchez, Jefe del Movimiento Nacional del Sur, lanza un manifiesto de protesta desde Saint Thomas, el 20 de enero de 1861, donde llama a los dominicanos a las armas, para así lograr la libertad y la independencia, y para derrocar la tiranía de Santana.
El general Pedro Santana anexó la Patria a España, de modo que, el 18 de marzo en 1861, con un discurso donde se refería a la Madre Patria y a Isabel II, la soberana de Castilla, proclamó la anexión y se convirtió en Gobernador General.
En la Fortaleza Ozama se levantó la Bandera española de oro y gualda de Isabel y Fernando, los Reyes Católicos.
Dominio español
Las reacciones no se hicieron esperar. El 2 de mayo el general José Contreras se alzó en armas y Francisco del Rosario Sánchez encabezó una invasión desde Haití. Junto a unos 20 patriotas Sánchez fue herido y capturado, llevado a El Cercado, en San Juan de la Maguana, y condenado a muerte. Un pelotón de fusilamiento puso fin a su vida el 4 de julio de 1861. Santana renunció a su cargo en enero de 1862.
Las medidas económicas asumidas irritaban cada día más a la población. Los ciudadanos estaban obligados a entregar sus animales de trabajo a los militares españoles sin ningún tipo de garantía de indemnización, se impusieron altos aranceles para los productos que no eran españoles y se trató de crear un monopolio en la producción y comercialización del tabaco.
Igualmente, rumores cada vez más insistentes anunciaban que los españoles volverían a establecer la esclavitud, abolida durante la ocupación haitiana, y que nuevamente ciudadanos dominicanos serían enviados a Cuba y Puerto Rico para servir a la corona española.
Además, España había emitido una orden real en enero de 1862 declarando su intención de recuperar los territorios fronterizos que Toussaint Louverture había tomado para Haití en 1794, por lo que procedieron a desalojar a los haitianos que vivían en la frontera. Ante el hecho, el presidente haitiano Fabre Geffrard renunció y empezó a ayudar a los rebeldes dominicanos.
La Guerra.
El 16 de agosto de 1863, un nuevo grupo bajo el liderazgo del joven general Gregorio Luperón y el de Santiago Rodríguez hizo una audaz incursión y levantaron la bandera dominicana en el cerro de Capotillo. El Grito de Capotillo fue el comienzo de la guerra. Una ciudad tras otra en el Cibao y en el Sur se sumaron a la rebelión. España tuvo momentos difíciles en la lucha contra los rebeldes.
Esta portentosa hazaña de la Restauración de la Independencia de la República también participaron Benito Monción, José Antonio (Pepillo) Salcedo, entre otros sobresalientes héroes, quienes rubricaron con sus hechos la gesta histórica de la República Dominicana.
Mientras, el general Gregorio Luperón junto a otros líderes restauradores encabezaba a los rebeldes, luchando por restablecer la soberanía dominicana. Se unieron a la Guerra Restauradora en las ciudades del interior de la República, principalmente en el Cibao, ya que el 3 de septiembre, un ejército de más de 6,000 dominicanos, se atrincheraron, por ejemplo, en la Fortaleza San Luis en Santiago de los Caballeros. Los patriotas formaron un nuevo gobierno con el general José Antonio (Pepillo) Salcedo como presidente y calificaron al general Pedro Santana Familia, Marqués de Las Carreras, otrora líder de la Independencia, como traidor, ya que servía en el ejército español. El Presidente Salcedo pidió ayuda a los Estados Unidos de Norteamérica, pero su gobierno no fue reconocido por esta potencia.
En el tiempo de la guerra, España que transcurría un momento difícil en su lucha contra los rebeldes sufriría una pérdida de más de RD$33,000,000.00 mientras tendría unas 10,000.00 víctimas, no solamente debido a la guerra, sino también a la fiebre amarilla. El ministro de Guerra de España ordenó el cese de las operaciones militares en la isla, mientras que el nuevo primer ministro Ramón María Narváez llevó el asunto ante las Cortes Generales para tratar el asunto. Las Cortes Generales sentenciaron que ante las dificultades internas, España no podía ocuparse del país.
El general Santana, quien se había destacado en la Guerra de la Independencia como un estratega militar, resultó incapaz, esta vez, de romper las filas dominicanas. En marzo de 1864 concentró sus fuerzas en torno a Santo Domingo, desobedeciendo así las órdenes de las autoridades españolas, fue amonestado y relevado de su cargo, por el gobernador general José de la Gándara quien mandó a Santana a Cuba para hacerle frente a una corte marcial. No obstante, Santana muere repentinamente el 14 de junio de 1864, antes de ser enjuiciado.
Continuando con la guerra dominicana, tanto la Gándara como el general Salcedo trataron los términos de la paz. Cuando se negociaba, Salcedo fue asesinado por descontentos políticos, cuya facción estaba encabezada por Gaspar (Goyito) Polanco. Polanco fue derrocado por Benigno Filomeno Rojas y Gregorio Luperón en enero de 1865. El 3 de marzo de 1865, la reina Isabel II firmó la anulación de la anexión y se organiza una junta provisional y se redacta una nueva constitución. El 25 de marzo en ese año, el general Pedro Antonio Pimentel ocupa la primera magistratura de la Nación, y a los cinco meses lo sustituye José María Cabral. El 15 de julio de 1865, las tropas españolas abandonaron la isla.
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